Alejandro Pannunzio, presidente de la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia (Apama), planteó las dificultades que atraviesa el sector ante la suba de costos tras la devaluación. Destacó los avances en  las exportaciones, que llegan a representar el 80% de la producción, aunque también cuestionó las retenciones y los problemas de logística que siguen existiendo.

El sector arandanero en Entre Ríos y la región creció considerablemente en los últimos años, fundamentalmente de la mano de un mercado externo demandante de la fruta que impulsó la producción local. Sin embargo, al igual que otras cadenas productivas, sufren dificultades y presentan desafíos de cara al corto y mediano plazo.

En este sentido, Alejandro Pannunzio, presidente de la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia (Apama) que integra la Unión Industrial de Entre Ríos (UIER), planteó cuál es la situación que atraviesa el sector, que llega a demandar hasta más de 11 mil puestos trabajo en la región.

“La realidad de los productores de arándanos de la Mesopotamia es similar a la que están pasando la mayoría de las economías regionales”, sostuvo, y apuntó a los efectos negativos de la devaluación, más aún teniendo en cuenta que “la mayoría de los costos son dolarizados y el 70% del costo no mejoró en nada porque todos los insumos son en dólares”.

De la mano de la suba del tipo de cambio, el empresario advirtió que se implementó un nuevo sistema de retenciones que les significa actualmente un 12%. “Es el valor más alto en los últimos años. Es un porcentaje muy alto que genera mucho daño en todas las economías regionales y eso lógicamente va a generar menor valor exportado, destrucción de puestos de trabajo y de valor”, cuestionó.

Exportaciones

Las exportaciones son vitales para los arandaneros y es desde esta perspectiva que plantean sus necesidades. Pannunzio destacó que “cuando la calidad de la fruta es excelente, el porcentaje de exportación aumenta” y se llega a niveles de entre el 75 y 80% de ventas al exterior. El resto, indicó que es para el mercado interno y para la industria.

“El principal mercado sigue siendo Estados Unidos que tiene como el 65% de la fruta que se exporta. Después está Europa continental, con Inglaterra. Se están haciendo ventas también a Israel y se hicieron envíos a Rusia, que era un mercado que no estábamos exportando mucho. Esta semana un colega exportará a Indonesia y tenemos abierto Tailandia, pero con un arancel para ingresar del 45%, lo cual es imposible”, detalló. Incluso ahora se sumó China, mercado al que logró llegar una empresa entrerriana.

Consultado por la logística, el presidente de Apama apuntó a los desafíos que tienen de poder llegar al puerto más importante de Brasil. “Uno de los temas para avanzar es poder ir desde Concordia hasta el puerto de Santos a través de camiones. Desde ese punto, la intención es exportar hasta Rótterdam, porque se acorta mucho el tiempo de tránsito”, señaló.

Por otro lado, cuestionó los inconvenientes que sufren en Ezeiza para concretar las exportaciones. “Pedimos que aumenten la capacidad de frío, porque la fruta se tiene que conservar a cero grado y las bodegas de Ezeiza no son a cero grado. Hace falta conservarla de otro modo”, afirmó. En esta línea, también apuntó a los problemas que padecen con la habilitación de los horarios para poder operar todo el tiempo y no generar demoras.

Aeropuerto

Una de las cuentas pendientes de la cadena en la provincia y la región apunta justamente a mejorar las condiciones de infraestructura, para abaratar costos que permitan ser más competitivos y ganar mercados en el mundo que sostengan y hagan crecer la actividad. Fue en este contexto que surgió la necesidad de contar con un aeropuerto de cargas.

De todos modos, Pannunzio planteó que se trata de una obra que excede a los arandaneros y pertenece a toda la comunidad. “El polo Concordia y Salto merece un aeropuerto para tener conexión como cualquier ciudad que tiene esa densidad de población, sea para comunicarse desde el punto de vista comercial, turístico o con fines académicos”, consideró.

El empresario recordó que una obra de este tipo tiene ciertos requerimientos para poder cargar la fruta en los aviones, por el peso, la longitud de la pista y otras especificidades. De todos modos, remarcó que es necesario que esta política se reactive para generar movimiento no sólo en la cadena productiva, sino en todo el comercio y turismo de la zona.

“Nosotros estamos yendo más por barcos porque el precio es menor en el mercado mundial, pero hay momentos en que se puede ir por avión. Pero no pongamos al arándano como el que pide el aeropuerto, porque lo necesitan todos los sectores. Cada uno lo utilizará en la medida que se vayan dando las condiciones”, argumentó.

Costos energéticos

Respecto de la estructura de costos, además de los insumos dolarizados, Pannunzio también apuntó a los energéticos. “La energía nos subió enormemente como a todos porque se decía que el valor estaba atrasado. Nosotros tenemos muchas instalaciones de empaques y de frío que consumen mucha energía”, señaló.

En este contexto, consideró que “el problema de la energía no es que nos cobran cuando las consumimos en estos sesenta o noventa días de exportación, sino la potencia que pagamos durante el resto del año”. Al respecto, advirtió que “en pleno invierno pagamos facturas de 100 mil pesos sin usar energía”.

Sobre esta problemática, se explayó: “Durante nueve meses consumimos poca energía y pagamos una boleta de luz sideral. No decimos que no nos cobren lo que usamos, sino que pedimos que no nos cobren lo que no usamos. Esto atenta contra tener más instalaciones de frío en el campo. Ese costo de energía, lo que hace es desincentivar la inversión”.

Desde esta perspectiva, también alertó por la sumatoria de costos, junto con los impositivos. “Cada vez se asfixia más al que produce en lugar de ayudarlo para que cree más puestos de trabajo. La solución es crear puestos de trabajo, valor de exportación, capacitar a los recursos humanos en cada empresa para hacer crecer a la gente”, aseguró.

Presión fiscal

Precisamente, sobre el tema impositivo, además de la quita de competitividad que generan las retenciones y la baja de los reintegros dispuestos por el Gobierno nacional, Pannunzio analizó qué sucede con algunos tributos en particular, que no pueden recuperar siquiera al momento de la exportación.

“Cuando exportamos, el valor es sin IVA. Pero todo el IVA de compras de los insumos los recuperamos a los 12 o 18 meses. Y con una inflación del 50%, tenemos dos problemas: primero que recuperamos mucho menos del valor inicial, con suerte la mitad; pero además no sólo que se recupera al año y medio, sino que nos quedamos sin caja y perdemos solvencia”, alertó.

Sobre este punto, planteó que se torna más difícil aún cuando hay que pagar las cargas sociales en épocas del año que aumenta la mano de obra. “Lo que pedimos es que nos dejen utilizar ese crédito fiscal para pagar impuestos nacionales, como las cargas sociales. Si no, tenemos que pedirle dinero prestado al banco para pagar cargas sociales porque el Estado tiene nuestro dinero”, sostuvo.

Por otro lado, también explicó: «Otra cosa gravísima es que esperábamos poder contar con la herramienta del ajuste por inflación en los balances, para no pagar impuesto a las Ganancias por ganancias que no son tales». “Tampoco podemos amortizar los gastos de combustibles o los costos de las camionetas”, acotó.

Trabajo

“Cuando estamos en pico de cosecha, por cada hectárea de arándanos, hacen falta 10 personas. Entre todos los socios de Apama, tenemos 1.100 hectáreas, entonces se movilizan entre 11 mil y 13 mil puestos de trabajo de manera directa”, subrayó el empresario en relación a la mano de obra que demanda el sector arandanero.

Más allá de esta época, también contó que aproximadamente se necesita un empleado por cada tres o cuatro hectáreas, que trabajan de manera permanente. Valoró también que entre los trabajadores hay cada vez más puestos calificados por establecimiento, que necesitan de asesores en seguridad e higiene, ingenieros en alimentos e ingenieros agrónomos. “El personal involucrado es calificado. Por las normas que tenemos que certificar ante los países extranjeros, hay mucha capacitación para el personal de manera cotidiana, porque si no, no se pueden cumplir con todos los protocolos que cada vez son mayores”, explicó.

Respecto de la problemática del trabajo infantil, Pannunzio destacó que se avanza hacia un compromiso de todos los empresarios a través de políticas para las familias que viven del sector. “Algunas empresas de la zona firmaron el convenio en el Ministerio de Trabajo, asociándose a la red contra el trabajo infantil, de modo tal de participar de todas las acciones que puedan colaborar como para resolver ese problema”, manifestó.