Creó su empresa en Concepción del Uruguay y hoy provee tecnología a multinacionales alimenticias y farmacéuticas

La historia de José Luis Bentancourt se forjó en Concepción del Uruguay y, a fuerza de trabajo y capacidad de innovación, se expandió a todo el mundo junto a su equipo de profesionales que lo acompañan en Intellymation. Desde la Unión Industrial de Entre Ríos, promueve acciones para impulsar la industria 4.0 y mejores políticas para el sector en la provincia.

José Luis Bentancourt es socio Gerente de Intellymation, una empresa entrerriana que brinda soluciones de automatización industrial en la Argentina y el mundo, desde Concepción del Uruguay. Hace más de 15 años decidió conformar un equipo de trabajo que apueste por mejorar día a día y ofrecer desarrollo y servicio de soporte de software, y actualmente llega a multinacionales, fundamentalmente alimenticias y farmacéuticas.

En 1995 se recibió de técnico superior, graduado del Instituto de Superior Electrónica (ISE) -cuyos espacios de formación luego fueron sumados a la oferta académica de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader)-, con un perfil de formación en sistemas. En ese momento, con escasas posibilidades laborales en su tierra, decidió mudarse a Buenos Aires, donde comenzó a trabajar en una empresa constructora.

De manera posterior, también ganó experiencia en empresas multinacionales vinculadas al sector industrial, entre ellas una española y otra alemana, que le dieron la posibilidad de avanzar en grandes proyectos como proveedores de tecnología y conocer distintas partes del mundo donde ofrecían sus servicios. Con la mente abierta, continuó forjando su camino.

Tras adquirir una amplia experiencia y conocimientos específicos en un nicho de mercado complejo y en constante competencia, decidió en 2003 junto a un primo y otros amigos crear una empresa propia en La Histórica, que comenzó a tomar forma un año después, con el nombre de Intellymation.

Ya pasaron más de 15 años activos y con una capacidad de trabajo de primer nivel. Pero lejos de encerrarse en el quehacer de la compañía, Bentancourt adoptó como política de vida involucrarse en distintas organizaciones. Fue así que se sumó también al Departamento TICs de la Unión Industrial de Entre Ríos (UIER), desde donde hace valorables aportes para mejorar las políticas públicas en industria 4.0. Incluso, recientemente decidió formar parte del Consejo Consultivo de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación de Entre Ríos en representación de la entidad.

 

Con más de 15 años de trabajo, ¿cómo evalúa el proceso de crecimiento adquirido? ¿Qué errores fueron corrigiendo en el camino?

—Con altos y bajos, con muchos errores cometidos, muchas lecciones aprendidas y una reinvención permanente. Ahí está la clave. Y como la mayoría de las empresas de nuestro tipo, adolecíamos de un departamento comercial; nacimos para que nos compraran, no para vender. Como tenía muchos contactos y todo empezaba a acelerarse con fuerza, se dieron una serie de combinaciones como para que nosotros hiciéramos un ramp up, sin demasiado esfuerzo comercial. Llamando a tres personas, teníamos más trabajo del que podíamos hacer. Ahora, eso tuvo un error: creímos que eso iba a ser así siempre y no invertimos durante mucho tiempo en profesionalizar el manejo de los recursos humanos y tener un departamento comercial potente.

 

En el mismo trayecto fueron advirtiendo estas falencias para potenciar la empresa.

—Claro. Porque mientras los clientes empujaban con fuerza, tuvo un envión tremendo, pero después se aplanó. Influye que hay más competencia, no siempre todos invierten. En ese proceso, en la empresa los recursos humanos se van desgastando. Nosotros tenemos gente en la compañía que tiene 15 años trabajando.

 

¿Cuántas personas trabajan y a qué mercados llegan actualmente?

—Hoy somos 20. Integramos las soluciones tecnológicas de varias marcas líderes, como son Aveva, Rockwell Automation, Honeywell, Schneider Electric y Siemens. Somos fuertes en el sector de bebidas y alimentos y farmacéuticas, que es donde tenemos los principales clientes. Básicamente, trabajamos para los líderes del sector: Arcor, Quilmes, Roemmers, Pfizer, entre otros. Para ellos, desarrollamos tecnología, actualizamos equipos, ampliamos plantas, hacemos soluciones en la nube, dependiendo de los momentos. Son clientes que invierten mucho dinero en tecnología anualmente.

 

—¿Qué análisis hace del potencial de la industria del software hoy?

—La industria del software ha demostrado en todos estos años que nunca decreció. Fue una industria que creció año a año. En los momentos de mucha crisis e incertidumbre, sólo se achicó la velocidad del crecimiento. Después, tiene muchas ventajas para el país porque exporta mucho y no es como en otros sectores tradicionales en los que la exportación depende mucho de la escala. En el software, independientemente del tamaño de la compañía, puede ser exportadora de servicios. Me parece que eso es muy importante. Asimismo, teniendo políticas atractivas, se las puede promocionar y hacer que se asienten y desarrollen porque necesitan un capital de trabajo muy bajo a comparación de otras industrias que, quizá, requieren de máquinas de millones de dólares, lo cual es interesante.

 

¿Qué desafíos cree que tienen todavía por delante en la provincia y el país?

—El desafío pasa por la educación, actualizar las currículas de las carreras y que el Estado apoye un poco más. En su momento, la Ley de Software fue muy importante como lo es hoy la Ley del Conocimiento. Siempre se pueden aplicar políticas que al sector lo beneficie. Creo que falta una política más gruesa para fomentar polos de tecnología, donde el Estado pueda generar espacios físicos para que las empresas se radiquen, con políticas que fomenten la responsabilidad social empresaria. Todavía hay mucho por hacer ahí. Es un sector que si se lo apoya, puede generar una dinámica más que importante.

 

—¿Cuál es el significado que le otorga a la participación a través de instituciones como la UIER?

—Yo creo que para que el país rompa la inercia y tenga ciclos más duraderos en cuanto a políticas de Estado, que definan cuestiones básicas de hacia dónde queremos ir, el sector empresarial tiene que asumir un rol más destacado del que tiene. Para que eso suceda, los empresarios tienen que tener un proyecto personal, de su empresa, de su localidad y de su provincia, que trascienda la puerta de su emprendimiento. Me parece que le falta al sector empresarial más formación política, mayor compromiso en las entidades gremiales, y estas entidades, mayor interacción con el sector político, para plantear y opinar sobre las políticas de exportación, tributarias, con más fuerza y mayor participación. Todavía muchas personas no participan porque creen que no aportan; pero mientras eso suceda, todo el espacio libre lo ocupa alguien más. Los empresarios pyme, con trayectoria, con impronta y logros para mostrar deben ocupar esos espacios. Hay que participar, hay que leer, hay que involucrarse, hay que escuchar, juntarse con otros empresarios, no verlos como enemigos. Las gremiales empresarias son la herramienta política que hoy tiene el sector para defenderse, fortalecerse y proyectarse.