El disertante coloca su punto final, luego de otro párrafo exacto, redondo. No le sobra ni le falta nada. Y resulta hondo, llega hondo, tanto que el público se levanta y aplaude de pie, como se aplaude a un artista que acaba ejecutar una pieza a un nivel de sensibilidad que se transmite en la música y en el aire. Algo semejante a eso logró Santiago Kovadloff durante su disertación en la 13ª Jornada de la Industria.
El prestigioso ensayista, docente y poeta, presentado por el vicepresidente de la UIER, Antonio Caramagna, inició su ponencia con ese tono grave pero ondulante que le da matices a las palabras, elegidas una a una, como notas perfectas de una melodía creciente.
Kovadloff empezó por ponderar las palabras claves de la invitación, educación e innovación, pero fue llevando sus reflexiones hacia el punto que había elegido para poner a consideración del público. Lo hizo con humor, pero también de modo descarnado.
En principio, el pensador observó que Argentina está ante la posibilidad “de reconstruir el concepto de porvenir” sobre la base “de restablecer otro concepto de relación entre poder y ley”.
Lo dijo de diferentes maneras, una de las mejores tal vez fue esta que sigue: “El poder político cuando se sujeta a la ley, responde a un proyecto que trasciende la coyuntura y aspira a una temporalidad que no se agota en los instantáneo”. Quizás el aspecto central de su ponencia sobrevino a esa frase, con la siguiente definición: “Los grandes hombres que están al servicio del poder político, supeditado a la ley, no provienen del pasado sino del porvenir”.
He aquí las diferencias de conceptos y modelos que planteó Kovadloff ante los más de 500 empresarios que participaron de la jornada: “Porvenir del pasado es estar condenado a la repetición de consignas y de errores, porvenir del porvenir es un capital que ha esterilizado la repetición”. Según el ensayista. Argentina “ha sido un país monótono” y apuntó que la monotonía no es otra cosa que “la ineptitud para aprender de la experiencia” y es, también, “la resignación al pasado como variable de determinación del presente”.
“Quienes vienen del porvenir vienen de un ideal al que quieren ver convertido en realidad”, definió el escritor y trajo, encadenados, algunas historias de hombres llegados del porvenir para alumbrar, a su vez, el porvenir: Manuel Belgrano, José de San Martín, Juan Bautista Alberdi.
La idea de un federalismo real, de provincias solidarias entre sí, percibidas así mismas como interdependientes, la rescató Kovadloff de una historia elegida de Belgrano, cómo tomó de un intercambio epistolar entre San Martín y Pueyrredón, el concepto de “imprescindible”.
“Hacer lo posible no es cosa de valientes, hacer lo imprescindible es cosa de valientes”, escribió, en el aire, el ensayista para después ir cincelando su exposición hacia la idea siguiente: “Estamos atrapados en lo que la sola experiencia enseñó, a ser escépticos, a no creer”.
Según Kovadloff la elección de las PASO a favor de Cambiemos “fue posible porque la mayor parte de los argentinos votaron por lo imprescindible. Y al votar por lo imprescindible obligaron a quienes representan esa alternativa a ganar valor constitucional, republicano, legal”.
La inserción de Argentina al mundo fue otro de los aspectos de su ponencia, al igual que el propósito de reflexionar sobre la sociedad de este tiempo. En ese sentido, el ensayista invitó a “integrar la condición de consumo en un marco ético, que no nos consuma con el consumo”.
Sobre el tramo final, Kovadloff retomó los ejes de su ponencia, educación y porvenir, en contraposición con la fragmentación y la repetición de errores, como anclas del pasado.
En ese marco, también, habló de la justicia y recordó al fiscal Alberto Nisman.
“No seamos ingenuos –dijo el intelectual- donde el crimen esté legalizado por el silencio de la complicidad, no tenemos futuro y sabemos que a Nisman lo mataron y está asociado con un pacto espurio con quienes llevaron adelante dos atentados en el país”.
En esa dirección, definió que el desarrollo sin justicia “es mera enajenación” y recordó que la Alemania de Hitler, entre el 33´ y el 39´ tuvo un desarrollo económico fenomenal”.
Kovadloff planteó que hay verdadero progreso “donde se saldan las deudas con el pasado y se descubren problemas inéditos, problemas interesantes”. Y señaló que “no tenemos que apoyar un gobierno, sino un proyecto de transformación gobierne quien gobierne”.
Finalmente, el pensador invitó a tener esperanza y dejar de lado posturas optimistas o pesimistas, que delegan la responsabilidad en otras personas o circunstancias ajenas, para cerrar su intervención afirmando que “cambiar es realmente imprescindible, aunque tal vez sea muy difícil”. Tras el punto final y el cierre de otra frase perfecta, se oyeron los aplausos y la gente se puso de pie.