Ser mujer en la industria: “Cuando tenemos diferencias, buscamos ponernos de acuerdo”
Irina Hergert es la gerente administrativa de Granalier, empresa familiar de la cadena porcina que crece y se expande en Estación Camps. En esta entrevista, cuenta sobre sus responsabilidades en la planta industrial, los desafíos como empresaria y su participación institucional en la Unión Industrial de Entre Ríos. Desde esa línea, también brinda su mirada sobre el rol de la mujer en la industria.
Por fuerza propia y capacidad, las mujeres ocupan cada vez más espacios de poder y la industria es también parte de este proceso cultural. Irina Hergert es un ejemplo de los cambios que se viven en estos tiempos, al asumir desde hace más de una década la gerencia administrativa de Granalier, empresa familiar que agrega valor a la producción de cerdos en las dos plantas radicadas en Estación Camps, departamento Diamante.
Antes de su inserción de lleno en la empresa familiar que forjó su papá como productor agropecuario y porcino, Irina estudió la carrera de Contador Público en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) para ser una profesional independiente. Con el tiempo, su hermano Miguel gestó el proyecto de industrialización que tomó impulso en 2006, por lo cual decidió sumarse y apostar por añadir otro eslabón a una cadena en constante crecimiento.
Desde ese momento, la joven empresaria no paró de sumar responsabilidades, ganar experiencia y poder de decisión. En el trayecto, nunca dejó de formarse y puso el foco en las empresas familiares, en pos también de una mayor calidad de gestión. Desde esa mirada, puso su impronta para que la empresa siguiera expandiéndose a partir de la diversificación de producción que hoy amalgama no sólo cortes de carne fresca sino también elaboración de fiambres y embutidos, atendiendo a las nuevas demandas del mercado.
Sin dudas, la vida de Irina resume los grandes desafíos con los que se enfrentaron la mayoría de las industrias de nuestra provincia; incluso con el plus de jugar un rol institucional, al compartir ideas, experiencias y conocimientos en el Departamento Tributario y Joven de la Unión Industrial de Entre Ríos (UIER). Todo ello fue posible y lo seguirá siendo, desde la figura de mujer, esposa y madre de una niña y un niño: Arianna, de cuatro años, y Máximo, de dos.
—¿Por qué decidiste involucrarte en la empresa y asumir las responsabilidades administrativas e institucionales?
—Si bien a mí me gustaba la administración de empresas, estudié para ser contadora pública porque era una profesión independiente, además de que mi papá ya era contador, tenía su estudio y todavía no existía la fábrica. Luego se armó el proyecto para que mi hermano tuviera una salida laboral y después, cuando la familia se hizo cargo totalmente de la empresa, nos empezamos a involucrar más. Ahora sigo trabajando en el estudio contable, pero estoy cada vez con más responsabilidades en la empresa. Mi hermano es quien está en la producción y nosotros hacemos el apoyo administrativo.
—¿Cómo es el vínculo con un hermano a la hora de tomar decisiones empresariales?
—Hay veces que no es fácil. De hecho, hice una Diplomatura en Gestión Profesional de Empresas Familiares porque el tema se complica. De todos modos, somos tres en las decisiones, junto con mi papá que, muchas veces, tiene la última palabra. Siempre tratamos de priorizar la relación familiar, aunque no hemos tenido conflictos por la empresa porque somos nosotros quienes nos ponemos de acuerdo. Es decir, cuando tenemos diferencias, buscamos ponernos de acuerdo. Al fin y al cabo, se trata de que funcione la empresa, pero se sigue priorizando la familia, la relación y que nada interfiera.
—¿Cómo te organizás a diario para dedicarle tiempo a tu familia, sobre todo tus hijos?
—Es todo un tema, no es fácil. Creo que las mujeres estamos complicadas en ese caso porque la responsabilidad de madre nos preocupa distinto. Llegás a tu casa y tenés que seguir, atendiendo a los chicos, con las tareas y sus demandas. Ellos también tienen su derecho de que estemos y compartamos momentos. Por ello, lo que siempre queremos transmitirles es la importancia de la familia y no sólo la cultura del trabajo. Hoy mi hija quiere ir a ayudarme en la fábrica, en el estudio y me pongo a pensar… pero todavía falta. Mis hijos son chicos y hay días en los que se complica, por lo que trato de trabajar en casa para tener más presencia con ellos.
—¿Qué reflexión hacés del rol de las mujeres en las industrias? ¿Cómo fue tu experiencia?
—Ahora se ven muchas más mujeres en cargos importantes, gerenciales. De todos modos, en ambientes como éste, que es frigorífico, prácticamente no hay mujeres. Si hay algunas mujeres, son pocas y jóvenes, con lo cual antes no se les daba lugar y ahora sí. A mí por suerte me dieron espacio porque me crié entre varones. No me afecta estar en las reuniones con puros hombres. Pero a su vez, la familia siempre me dio el apoyo: me incentivaron a que estudiara y a ser independiente.
—¿Qué aporta la mujer de diferente en estos espacios?
—Creo que tiene una mirada más sensible, vemos otras cosas. Vemos las relaciones, las personas, los detalles, que a veces los hombres pasan por arriba. Es un aporte que hacemos las mujeres en las empresas.
—¿Qué los motivó a participar en la UIER y con qué expectativas?
—Nosotros tenemos bastante actividad social en General Ramírez, donde vivimos. Siempre participamos, sea en los clubes o la cooperativa. Y en la UIER pensábamos que era sólo para empresas más grandes, hasta que un día conocimos a un empresario socio de la entidad que nos informó y motivó para asociarnos. Ahí empecé a participar en el Departamento Tributario y este año me sumé al Departamento Joven, donde también se suma mi hermano. Hoy me doy cuenta de que para una industria más chica le sirve mucho estar dentro de la institución.
—¿Qué proyectos te impulsan a seguir?
—Por ser una industria nueva y joven, tenemos un montón de proyectos. Este año pudimos habilitar la planta con Senasa para comercializar fuera de la provincia, por lo cual estamos con el desafío de abrir mercados. Ojala algún día podamos llegar a la exportación, siempre con el desafío de seguir creciendo e invirtiendo, incluso para que quede para nuestros hijos.
—¿Te gustaría que tus hijos continúen con la empresa?
—Creo que en el fondo uno lo hace por la continuidad. Es más, cuando mi hija quiere ir a la empresa, a mí me encanta. Pero no la quiero presionar ni que se sienta con la obligación de hacerlo. Si bien en el fondo es todo un desafío para uno mismo crecer y progresar, también uno lo quiere para que trascienda.