Garciandia: el motor de la curiosidad, la capacitación y el empeño

La formación y la mirada de un empresario de vasta trayectoria que hoy integra el directorio de Saint Gobain Argentina, una firma trasnacional con 350 años de historia. De qué modo la curiosidad y la fascinación juegan papeles centrales en el desarrollo de un hombre determinado a conseguir sus propósitos. Esta es la historia de Leandro Garciandia.

La curiosidad es un asunto serio. Abre puertas, inaugura caminos, empuja a la acción. Y, muchas veces, se siente antes en el cuerpo, mucho antes de que tome forma de pensamiento. O de una idea.

Leandro Garciandia pasaba muchas horas en una imprenta cuando era niño. La imprenta de su abuelo, en Venado Tuerto. Su padre era comerciante y viajaba seguido para hacer sus ventas -especialmente, en el rubro indumentaria-, mientras su esposa cuidaba de los tres hijos varones.

El recuerdo de la imprenta viene, todavía, con el olor potente de la tinta y la imagen de máquinas enormes que podían entrañar desde posters de remates hasta estampitas de comunión. El interior de esas máquinas, el enigma de su funcionamiento, es algo así como el punto de partida. El germen de la curiosidad.

Leandro Garciandia, ya de niño, ayudaba en los asuntos de imprimir. Armaba la linotipo, disponía las letras, limpiaba los pliegues. Se concentraba en el proceso y mientras rugían las máquinas, sentía que estaba justo donde quería estar, suspendido entre el ruido de los motores.

Una mudanza a Paraná, por razones laborales, lo alejaron de la imprenta del abuelo a la que volvía cada verano para sumergirse en el olor, el ruido y la fuerza de ese proceso de hacer que de algún modo le iba a ir señalando el camino y sus elecciones. Por curiosidad.

“Todos los veranos, llegaba a Venado para las fiestas y laburaba en la imprenta de mi abuelo durante los tres meses, me gustaba estar engrasado, el olor de la tinta, el ruido. Llegábamos a las tres, prendíamos las máquinas y eso ya me ponía bien”, recuerda.

Hizo la primaria en la Escuela Bavio y se embebió del espíritu y las identificaciones de la zona, tanto que junto con sus hermanos formaron fila en las categorías inferiores de Recreativo para competir en básquet. También pasó mucho tiempo jugando a la pelota y se fue amoldando a una ciudad que le parecía diferente y con algunas carencias muy visibles respecto a cierta prosperidad que se respiraba allá en Venado.

En la secundaria de la Escuela Normal se hizo buena parte de los amigos con los que aún hoy comparte porciones de la vida. La parte que no está dominada por la pasión de la tarea empresarial y el resguardo del hogar que formó junto a su esposa Mariela Gainza y en el que crecieron sus dos hijos: Matías y Tomás.

La curiosidad por las máquinas, la fascinación por el funcionamiento de motores. El ruido. Todo ayudó para llegar a la conclusión de que la carrera indicada era ingeniería mecánica. Garciandia empezó su camino en Santa Fe y después en Rosario. Cuando promediaba tercer año, miró alrededor y se dio cuenta de que la mayoría, además de estudiar, estaba trabajando y la pareció que era lo que debía hacer.

El primer empleo fue en una estación de servicio en calle Provincias Unidas, en Rosario. Al poco tiempo, sin embargo, pudo ingresar a la siderúrgica Somisa, en San Nicolás. Sobrevinieron tres años de un esfuerzo enorme. “Me levantaba antes de las 5, tomaba el colectivo y 6 y20 llegaba a la fábrica para volver a Rosario un poco antes de las 7 de la tarde y seguir el cursado de la carrera”.

Recién recibido, optó por dejar el empleo y hacer un primer recorrido con curriculum en mano. No hizo falta mucha paciencia, entregó tres CV y lo llamaron de dos empresas. Una de ellas, es la que lidera hoy relación al negocio del yeso.

EL CAMINO.

Garciandia comenzó como responsable de oficina técnica, luego fue encargado de producción y posteriormente gerente de planta. En el camino comenzó a vislumbrar que había otros factores importantes a tener en cuenta más allá de los conocimientos técnicos. Que no alcanzaba con eso, que era necesario investigar otras cosas y que entre el blanco y el negro que señalaba su formación académica, había en rigor un montón de tonalidades que era imprescindible aprender a distinguir.

En esa sintonía y en esa búsqueda, hizo un master en dirección de empresas. Las teorías del marketing, por caso, que antes le habían parecido superfluas, se daba cuenta, tenían un valor innegable en lo concreto. Había que conocerlas.

Como Gerente Comercial de IGGAM fue dando dimensión a la necesidad de tener una mirada amplia, atenta y positiva. La crisis de 2001 llevó a la empresa a una situación de zozobra. El escenario era tremendamente desalentador, sin embargo Garciandia siguió apostando a sostener el barco a flote y hasta echo manos a ahorros personales para que la empresa pudiera seguir produciendo frente a determinados cuellos de botella.

Hay un ejemplo que se observa muy claro aquí: “La empresa no fabricaba adhesivos para cerámicos y empezamos a hacerlos en 2002. Pero no vendíamos una bolsa, era terrible. Esa iniciativa, sin embargo, en ese momento, nos permitió tres años después ganar más del 25% del mercado nacional con ese producto. Habiendo demanda, todo el trabajo que parecía inútil sirvió y crecimos enormemente”.

En 2006 la empresa fue adquirida por Saint Gobain y Garciandia se disponía a seguir su camino por otra parte. Desde la firma tenían otros planes y apostaron por sumarlo en la nueva etapa.

Hoy Leandro Garciandia integra el directorio de Saint Gobain Argentina y es responsable directo del negocio del yeso.

“Me parece importante adaptarse a los cambios y tener una actitud positiva, aunque parezca que todo sea cae o se desvaneces”, remarca y avanza en conceptos que cree determinantes en la acción empresarial: “La actitud positiva y claramente profesional es fundamental, hacer cosas que podés medir, cuantificar, reprogramar, planear de nuevo. No solo hace falta músculo, sino también neurona. Y es clave tener una visión general. Claramente te van pasando cosas en la vida, te van marcando y en ese afán de evolucionar tenés que estar abierto y capacitarte”.

EN FAMILIA.

La vida familiar, salidas de pesca, asado con los amigos de toda la vida. A los 52 años, Garciandia sabe muy bien donde se encuentra la tranquilidad y el sosiego más allá de la intensidad que demanda los negocios. Hay, de ese lado, también y compartido por todos en casa, un afán que tiene origen en la infancia: el asunto con los motores. Y los autos.

“Todos en casa tenemos ese hobby. Con mis hijos hacemos Track day y mi esposa hacer carreras de regularidad. Es algo que nos gusta a todos”.

Track Day (Día de Pista), según las páginas especializadas, “es una manera de probar la velocidad, capacidad y habilidad de su auto y de Ud. mismo en un lugar idóneo, seguro y controlado, un Autódromo, lejos del tránsito peligroso y de los caminos en mal estado”. Se trata, dicen, de “un evento amigable, no competitivo, con el énfasis puesto en la adrenalina y la diversión pero siempre con la seguridad como nuestra prioridad”.

Garciandia y sus hijos lo practican siempre que se da la oportunidad tanto en Paraná como en otras ciudades cercanas. Se trata de sentir esa pasión que viene desde la niñez y tiene que ver con el modo de funcionar de las máquinas y su comprensión. También hay algo tal vez más profundo y difícil de explicar: la sensación que provoca el sonido de los motores.


La UIER se reúne este viernes en Federación

La Unión Industrial de Entre Ríos tendrá este viernes 3 de noviembre su reunión de comisión directiva en la localidad de Federación, con la participación de sectores estratégicos de la región norte de la provincia.

A partir de las 10.30, en la sede del Auditorio del Centro de Comercio, los miembros de la UIER llevarán adelante una reunión que contempla aspectos institucionales, pero también la evaluación de la realidad de la industria y las acciones que sigue la entidad para acompañar de modo permanente las necesidades del empresariado entrerriano en distintos aspectos.

Con la idea muy clara de llevar la institución a cada rincón de la provincia para lograr un intercambio directo con los protagonistas de la producción, es que la UIER realiza sus encuentros de comisión directiva en distintas localidades de Entre Ríos.

La entidad se ha reunido este año en San José, Gualeguay y Paraná y elige en este caso Federación, para tener allí un encuentro abierto con representantes de sectores clave en esa región, como lo son el maderero y el citrícola.

En ese sentido, durante la reunión, se podrán oír las presentaciones de Daniel Costa y Oscar Panarotti, de Fama importadora y exportadora SA, como así también de Jorge Rigoni, en representación de Industriales Madereros de Federación y sur de Corrientes (IMFER).


Amplia agenda se trató en la reunión de Tributario

En la sede de la UIER, el pasado jueves 26 de octubre, se realizó una nueva reunión del Departamento Tributario con una amplia agenda de temas.

La actualización de normativas y políticas tributarias fue uno de los primeros aspectos tratados durante el encuentro, especialmente se apuntó el avance registrado en la provincia de Mendoza, donde se firmó un convenio con ARBA para la implementación próxima del COT. Además, se analizaron las pautas de AFIP establecidas -mediante RES 4132- respecto a la inclusión en factura "M" y sus consecuencias.

Por otra parte, se efectuó un intercambio pertinente al nuevo régimen de información de tierras rurales explotadas, en particular en lo que respecta a inconvenientes a la hora de completar la vasta información requerida.

El avance en algunas provincias, como en el caso de Córdoba, en la eliminación de las llamadas aduanas internas, fue otro de los temas analizados por los miembros del departamento.

En el mismo marco, además, se acordó y completó el documento de consultas y sugerencias que elevará UIER en los próximos días a las autoridades de ATER, respecto a dudas que surgen del Régimen de Retenciones y Percepciones de ATER y la solicitud de prórrogas para los certificados de Alícuota 0%.

Finalmente, desde Cámara de Extrusores PYME se expuso una propuesta de reducción de alícuota en IVA para su sector, que se está trabajando desde dicha cámara.


Encuentro e intercambio con autoridades de ENERSA sobre los desafíos en materia de energía

El presidente de la Unión Industrial de Entre Ríos, Guillermo Muller, junto a miembros de comisión directiva de la entidad, se reunió el viernes 20 de octubre con el presidente de ENERSA, Jorge González y autoridades de la compañía, para conocer en detalle expectativas y alcances del Plan Energético a 10 Años que desarrolla la firma entrerriana.

Durante el encuentro, los directivos de UIER presentaron un informe elaborado por la entidad en el que se focaliza sobre el consumo de energía de las industrias de la provincia entre 1995 y 2016. En ese sentido, hubo una coincidencia muy clara en la idea de avanzar en un intercambio constante de información para poder planificar, de modo inteligente, el desarrollo industrial en conjunto con las capacidades de servicio de la compañía.

El presidente de ENERSA, Jorge González, acompañado en la ocasión por  el vicepresidente Sergio Menéndez, el gerente general Mario Quiroga y gerentes representantes de las distintas áreas de la empresa, planteó la situación energética actual y las necesidades para consolidar la planificación a largo plazo. González, además, desarrolló información acerca de las obras en ejecución que lleva adelante la empresa y en ese sentido se detuvo en la importancia del llamado cierre norte, que apunta a colaborar en la consolidación de una propuesta importante para nuevas industrias que quieran instalarse allí.

La UIER, por su parte, expresó la visión de la industria respecto a un tema fundamental como lo es cuestión energética y subrayó la necesidad del trabajo coordinado y conjunto con la compañía energética de la provincia.

En la oportunidad, el presidente Guillermo Muller estuvo acompañado por Eduardo Tonutti, Carlos Dellizzotti, Raúl Vittor  y la directora ejecutiva de la entidad, Andrea Faisal.

 

El PLAN DE ENERSA


Recursos Humanos: el camino de la despapelización

En la sede de la Unión Industrial de Entre Ríos se realizó, el pasado jueves 12 de octubre, una reunión informativa de la que tomó parte la Secretaría de Trabajo del Gobierno de Entre Ríos y los integrantes del Departamento Recursos Humanos de la entidad.

El motivo central del cónclave fue trabajar en función una resolución adoptada por el organismo oficial (785), que avanza en sentido de la despapelización de determinados trámites que las empresas deben realizar ante dicha secretaría.

En ese sentido, se expresó el secretario Legal y Técnico de la cartera de trabajo, Matías Vittor, quien explicó los alcances de la nueva normativa, que fundamentalmente apunta a la obligación por parte de las empresas de presentar anualmente los libros de sueldos de modo íntegramente digital y mediante firma digital.

Por esa razón, también estuvo presente un representante de la empresa Encode S.A -una de las compañías en el país que trabajan en despapelización- para explicar de qué se trata de firma digital, cuáles son los pasos y aspectos a tener en cuenta en su implementación.

 


XIII Jornada de la Industria 2017


XIII Jornada de la Industria 2017


Más de 500 empresarios se dieron cita el viernes 22 de septiembre en el Howard Johnson Mayorazgo para participar de la 13ª Jornada de la Industria organizada por la Unión Industrial de Entre Ríos. Con la apertura del gobernador Gustavo Bordet, el Ministro de la Producción de la Nación, Francisco Cabrera, el presidente de la UIA, Miguel Acevedo y el titular de la UIER, Guillermo Muller, la actividad ofreció desde el inicio opiniones y planteos clave para el sector.

La convocatoria, que llevo por título “Educación e Innovación, camino hacia el futuro”, se distinguió por el alto nivel de disertantes: el reconocido intelectual, ensayista, columnista y docente, Santiago Kovadloff expuso en función de “El siglo XXI: un nuevo desafío para la cultura planetaria”; en tanto que el economista y experto en análisis de los sectores industriales, Dante Sica, desarrolló su ponencia a raíz de “La consolidación del cambio de modelo económico: Perspectivas y desafíos para la  industria frente al entorno”.

Además, se dio lugar a un espacio relevante para observar la situación política del país, junto a uno de los principales analistas de Argentina y presidente de Poliarquía Consultores, Alejandro Catterberg. En tanto que, directamente en relación a los temas planteados para esta edición, se sumó la experiencia de un verdadero experto en innovación: Martín Umaran, uno de los creadores de una firma argentina que resuena en el mundo: Globant

Por otra parte y de cara a las elecciones generales legislativas, la UIER convocó a los candidatos a diputados nacionales de las cuatro fuerzas políticas en competencia para la elección del 22 de octubre: Atilio Benedetti, Juan José Bahilo, Emilio Martínez Garbino y Nadia Burgos expusieron las ideas que llevarán al Congreso de la Nación de ser elegidos.


La mirada del empresario que se anticipa a lo que vendrá

Es uno de los hackers profesionales más importantes del mundo. Es de Paraná. Su empresa Argeniss –socia de la Unión Industrial de Entre Ríos- ha desarrollado software para Vimeo, IBM y hasta la Nasa. Es, además, gerente de una compañía norteamericana y ya presentó un informe sobre los peligros que encierra la evolución de los robots.

Si los lugares ofrecen algunos datos sobre sus habitantes más frecuente, en este caso el orden, el silencio y la luz menguada de la oficina de César Cerrudo podrían revelar que el experto anula la mayoría de las distracciones que puede tener un espacio de trabajo, llámese radio, TV, luces estridentes. Su oficina está dominada por un amplio escritorio y presidido por su herramienta principal: la computadora. También hay estantes y libros de todo tipo, que van desde su interés por el marketing y los negocios, hasta la logosofía.

Cerrudo pasa unas seis horas en la oficina de su casa. Desde ahí se conecta con el mundo, que por cierto lo distingue como un auténtico especialista. Uno de los mejores en realidad. Por lo menos cuatro veces al año ofrece conferencias en algún lugar del mundo. Puede ser Las Vegas, Saint Martin o Hong Kong. Vive en Paraná, en calle Vélez Sarfield y tiene su empresa a pocos metros de allí, por Mitre, pero su visión y su particular modo de detectar tanto fallas como posibilidades, le dio un juego de llaves del mundo. Los software creados por la empresa de Cesar Cerrudo han llegado a IBM, Vimeo y hasta a la NASA.

Él, su nombre, se conoce más allá del complejo universo de la industria del software y la tecnología desde que el New York Times dio a conocer una historia de gran impacto: Cerrudo había detectado fallas en la seguridad del sistema de control de tránsito en Manhattan. Demostró que desde su computadora podía poner a temblar toda la organización urbana de una de las ciudades más importantes del mundo. Señaló las fallas de un sistema, como quien proyecta de repente la vieja pesadilla de un colapso, tantas veces imaginada en pantalla grande. Él, por caso, podía dar luz verde a todos los semáforos.

Antes ya había detectado fallas, por ejemplo, en la seguridad de la base de datos de Microsoft, del mismo modo que hace poco se adelantó a un problema que, otra vez, nos lleva a la memoria cinematográfica: ¿quién no se acuerda de la trama de Terminator?

Cerrudo realizó un informe sobre los problemas de seguridad que asoman con una tendencia creciente e irreversible.  En su escritorio tiene un robot de unos 60 centímetros, blanco y rojo, que le obedece, baila y conversa.

“No es común, todavía, ver robots en la casa de la gente o en los comercios, pero está creciendo todo lo que sea robots comerciales, para atención al público, venta, robots industriales, pero no ya como los conocidos hasta ahora, sino más inteligentes, que hacen distintas acciones e intercambian con las personas”.

Todavía son muy caros, dice Cerrudo, pero en dos o tres años el uso de robots va a estar extendido y ese avance tiene aparejado ciertos riesgos.  “La parte de seguridad es muy importante, porque si son hackeados puede tener un impacto distinto que en la computadora, se puede hacer que lastimen a alguien”, explica. Más o menos como se cuenta en Terminator.

Cerrudo es hacker profesional y experto en seguridad, por eso resulta de los más lógico que frente al difundido ataque virtual de semanas anteriores haya resultado fuente de consulta. Sabe de qué se trata y se dedica a anticiparse a los problemas. En eso es muy preciso: es mejor pensar la seguridad desde un principio. Y es importante que la gente tome precauciones similares en la vida real que en la vida virtual: en la computadora, ejemplifica Cerrudo, también es conveniente no hablar con extraños, cerrar bien las puertas, conectar la alarma.

Más allá de las metáforas, es un especialista que sabe llevar a aspectos bien concretos un trabajo que le demandó años de investigación y estudio obsesivo. Cuando Cesar Cerrudo inició su camino no existía internet y el acceso a la computadora tampoco resultaba sencillo.

Desde la Bazán y Busto y sin PC

Hijo de un padre bancario y madre empleada en el Tribunal de Cuentas de la provincia, Cesar Cerrudo es el mayor de cuatro hermanos varones que crecieron por la zona de Monte Caseros y Casiano Calderón. También por el barrio fueron a la escuela. César hizo la primaria en la Pedro Giachino y secundaria entre Bazán y Bustos y el Instituto Juan XXIII. Se interesó por la electrónica y tuvo alguna experiencia en computadoras con una spectrum que llegó a su casa al filo de los 80´.

Sin embargo, a la hora de elegir carrera probó en Santa Fe con ingeniería química, aunque no duró mucho más de un año. La segunda opción fue estudiar analista superior en sistema. A los tres años se recibió de programador.

“Me gustó y cuando empecé no tenía computadora, recién al tercer año de facultad tuve mi computadora. Estudiaba y aprendía más de lo que me daban en la facultad. Me ponía aprender por mi cuenta y ya entonces me gustaba la parte de su seguridad, de hacking. No había internet y los libros eran viejos, resultaba difícil conseguir información actual”, recuerda.

La llegada de internet, el acceso a la red, cambió las cosas de modo definitivo: ya no había restricciones.

“Siempre tuve facilidades con la parte técnica, me gusta tener desafíos, resolver problemas”, dice César y suelta una definición a medida de un libro sobre hackers: “Una computadora te da poder, si la podes programar podes hacer de todo. La limitación es tu conocimiento”.

Dio clases de computación, comenzó a desarrollar programas, se dedicó a investigar y detectar fallas. Observó los problemas de seguridad de uno de los bancos de datos más grandes del mundo. Publicó sus trabajos y ganó renombre y prestigio en el ámbito de su especialidad. Todo eso, aún, con una computadora que no tenía la capacidad necesaria. Empresas de Estados Unidos lo contrataron para desarrollar servicios en seguridad, consultoría en seguridad y herramientas específicas.

Desde 2011 es gerente en tecnología de IO Active, una importante empresa de Estados Unidos, pero además encabeza su propia firma que, desde Paraná, desarrolla software y aplicaciones para móviles a distintos lugares del mundo.

Para dar un ejemplo concreto, explica César, “uno de nuestros clientes es Clow Cheker y recientemente vendió la mayoría de su empresa en 50 millones de dólares. Nosotros habremos hecho el 80% de ese software”.

En la actualidad Argeniss realiza una aplicación móvil para el Gobierno de Entre Ríos. Contempla noticias, cronograma de pagos, boletín oficial y transmisiones en vivo. “Es uno de los muy pocos proyectos que hemos hecho acá”, dice César.

La potencialidad de su empresa es tan amplia que no vislumbra un límite preciso. En realidad sucede en el negocio lo que Cerrudo explica, de modo muy claro, como un principio de un hacker profesional, de uno de los más importantes del mundo en este caso. “Una computadora te da poder, si la podes programar podes hacer de todo. La limitación es tu conocimiento”. Lo dice Cerrudo, desde su escritorio en penumbras, bien cerca de su familia, con ese modo de estar y mirar de quien atraviesa los minutos en un estado de atención permanente, tanto en dirección al sentido en que avanza el universo virtual, como hacia la búsqueda interior sobre el sentido de lo humano.


Hernán Fontana y el éxito que nace de la confianza

El origen fue un negocio de pueblo al costado de la ruta, hoy es una empresa de crecimiento permanente que ha logrado llegar con sus productos a todo el país. Cómo hizo JuliCroc para transformar aquel emprendimiento, de masitas dulces y saladas que consumía el pueblo de María Luisa, a producir más de 200 toneladas por mes de los snacks que se saborean en todo el país. Hernán Fontana, el principal responsable de la firma, realiza un recorrido por el tránsito de la empresa familiar y revela los secretos de un éxito que se funda en la confianza.

Hernán Fontana supervisa cada una de las áreas de la fábrica que lidera y hace ya diez años está instalada en el Parque Industrial de Crespo. Él y su familia, en realidad, vienen de otra parte. El origen es el campo, en la zona de Villa Fontana, pero los comienzos del emprendimiento familiar tiene lugar a la vera de la ruta 12, en María Luisa.

Hoy la empresa produce entre 200 y 250 toneladas al mes de productos JuliCroc, una marca de snacks de amplio alcance nacional y crecimiento formidable, que obliga a Hernán Fontana a una adaptación permanente de un negocio en proceso acelerado de desarrollo.

Una de las claves del éxito, considera el empresario, ha sido, desde siempre, la confianza. Especialmente la confianza de sus clientes, que saben que JuliCroc va a llegar con sus productos frescos y de calidad, a buen precio, en tiempo y forma. Siempre.

“Nuestra filosofía se basa en el cumplimiento y en estar siempre, así crecimos en provincias como Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, que no tienen tanta oferta y reciben la influencia de Rosario y Buenos Aires, con proveedores que los visitan cuando hay excedentes, pero sino, no van”, señala Fontana y explica que “el trabajo de muchos años, con regularidad y constancia, a pesar de paros o piquetes, entregando siempre la mercadería, nos dio la confianza de los clientes. Ahora, directamente nos dicen: producto que fabriques, traelo, porque saben que ofrecemos un negocio con garantía”.

El empresario ofrece la visión de su empresa, ahora, en el primer piso del área administrativa de la planta industrial. En este mismo momento, mientras Fontana analiza de qué modo la firma se fortaleció en épocas de crisis y tomó la ocasión para crecer, en alguna parte de la planta cuatro máquinas extrusoras funcionan de modo incesante para producir la amplísima gama de sancks, cada vez más diversificados, que llevan el sello JuliCroc. El comienzo fue con una sola máquina, de origen brasileño y a un costo de unos 80 mil dólares. Parecía imposible, pero la familia Fontana llegó a la extrusora a través de un crédito, con mucho esfuerzo.

“Ha habido de todo, crisis y bonanzas, pero más allá de los dolores de cabeza que nos provocaron en su momento, hay que decir que las crisis nos ofrecieron grandes oportunidades”, analiza Fontana y recuerda el modo en que la marca ganó clientes y terrenos, aceptando, con todas las dificultades del caso, los bonos federales que las marcas de otras provincias no podían recibir.

También JuliCroc se adelanta en época de vacas flacas, incluso en la actualidad, ofreciendo al público un producto de calidad, pero con notable diferencia de precio respecto a los gigantes del rubro.

“En momento de crisis y de baja de poder adquisitivo, nosotros estamos en un escalón de precios muy buenos en función de la calidad del producto. A la hora de restringir el consumo, en vez de comprar uno de 50 pesos y uno de 20, el cliente nos da la oportunidad de probar nuestro producto y así vamos sumando, peldaño a peldaño, con clientes que nos adoptan y perduran”, define el empresario.

Hernán Fontana tiene 50 años, una historia familiar de mucho sacrificio y tres hijos que van orientando sus inquietudes profesionales en dirección a la empresa familiar: Paola, de 25 años, ya avanza en la tesis de su carrera de ingeniería de alimentos; Franco, de 24, se recibió en Administración de Empresas y Celeste, de 19 comienza Relaciones Públicas.

“La empresa es algo que uno lo fue soñando y forjando durante toda la vida. Con mucha pasión y esfuerzo las cosas a la larga se van dando. Hoy puedo decir que el sacrificio de tantos años dio su fruto y estamos súper contentos porque en esto, en cierta forma, invertimos buena parte de nuestra juventud”, dice Hernán Fontana y piensa, claro, en sus hijos que no necesitarán recorrer el mismo trajín.

El esfuerzo y la constancia a la que refiere el empresario y en buena medida construyeron el perfil de la marca y la confianza con sus clientes, tiene una historia fundada en idénticos valores. El creador fue Pascual Fontana -padre de seis hijos- y el inicio fue en aquella panadería al borde de la ruta 12, en Aldea María Luisa. Ahí cerquita, además, estaba la casa familiar.

Hernán, como sus hermanos, comenzó a trabajar en el negocio con la misma naturalidad que un chico aprende a leer, sumar y restar. Ya tenían la experiencia de trabajar un campo de su familia, que con el desarrollo de la panadería fue quedando de lado. A las 2 de la mañana sus padres ya estaban arriba. Había que hornear el pan que había sido amasado la tarde anterior. Todo tenía que estar listo antes de las 5.30 para que los repartidores que viajaban a Paraná pudieran llevarse la mercadería. Los bizcochos y las facturas, también, se requerían, a punto justo, ni bien -como dice Hernán- comenzara a despertar la ruta pasadas las 6 de la mañana.

La fabricación de galletitas, dulces y saladas, fue el primer paso hacia lo que hoy es JuliCroc. La comercialización de los primeros productos comenzó a funcionar muy bien, pero justo a tiempo observaron que había otro rumbo posible: “Vimos que el snack era un producto que  se fabricaba poco y se consumía mucho”, recuerda Fontana.

Ese fue el principio de la empresa que hoy emplea a unas 78 personas y que llega con sus snacks a todo el país y también con sus galletitas, decididamente volcadas al consumo para personas con celiaquía.

El sueño de los Fontana, que maduró a la vera de la ruta 12, hoy crece en el Parque Industrial de Crespo y su nombre se expande por el país, con la vitalidad y el entusiasmo que solo pueden lograr los proyectos creados desde la pasión por hacer.


Ricardo Guimarey, más allá de los negocios

Es el Presidente de Lafedar, un laboratorio entrerriano con alcance internacional que extiende sus posibilidades y sus fronteras día a día. Antes de dedicarse a la vida empresarial, Guimarey fue un arriesgado piloto de Turismo Nacional en las sierras cordobesas, visitador médico a los 17 y jefe zonal de una compañía prestigiosa poco después de alcanzar la mayoría de edad. Esta entrevista revela el otro lado del licenciado Guimarey: los viajes, los trayectos y los orígenes del hombre que encabeza una firma que representa a la provincia en el mundo.

Es una cuestión de ritmos. Cada persona marcha a la velocidad que le indica la comunión entre sus posibilidades y sus intenciones, entre sus capacidades y los requerimientos externos. Ricardo Guimarey, se nota, va rápido. Atiende diferentes asuntos a la vez con naturalidad y una actitud de presente intensidad. Está ahí, en eso, plenamente y también esta acá, en la conversación, algo más sereno, con un tono más bajo.

Buena parte de su día está dedicado al devenir de la empresa que formó hace ya casi 20 años. “Es una pasión”, dice y analiza que “en realidad te entretiene y cuando no podés resolver cosas te atormenta, son las dos cosas a la vez, pero es una pasión”, reafirma.

Guimarey es uno de los propietarios de Lafedar, Laboratorios Federales Argentinos. El nombre responde, explica, a una convicción: “Primero porque soy un absoluto federalista, por eso se llama así. Yo creo que la Argentina tiene que ser federal y tiene que crecer desde todos los rincones del país. La gente del interior es buena, sabia y se merece grandes cosas”, define.

Guimarey nació en Buenos Aires, pero hizo su vida lejos de la capital, en principio, en un pueblo serrano de Córdoba, casi al límite con San Luis, rodeado de poetas, guitarreros y corredores de autos.

“Nací en Buenos Aires pero me crié en Córdoba, en Villa Dolores, al oeste de la provincia, en una ciudad chica, muy linda y muy armónica también”.

Único hijo de un matrimonio dedicado al comercio, con negocios de artículos regionales, bazar y cristalería, Guimarey creció en un paisaje amable y sereno, donde se solían congregar los poetas en un tradicional encuentro nacional y donde era habitual y concordante el sonido de las guitarras en las noches frescas al pie de la Sierra Grande.

Había, sin embargo, otros caminos menos sosegados para experimentar, que también tenían que ver con la escenografía del lugar, aunque en un sentido diametralmente opuesto a la inspiración poética: la pasión por los fierros.

“Yo corría en auto, en la misma época con Jorge Recalde, entré porque éramos todos medio corredores de autos, algo muy arraigado en la zona. Yo lo hice en Turismo Nacional, era una categoría que se corría tipo rally, se hacía el Desafío de los Valientes, Carlos Paz-Mina Clavero, Capilla del Monte-San Marcos Sierra”, enumera.

Como automovilista, se define Guimarey, “era muy intrépido, arriesgado, mi familia no quería saber nada, muchas veces corría a escondidas de mi madre”. Hay muchas anécdotas y una consecuencia de ese pasado de vértigo y adrenalina. En una oportunidad, fue a correr al autódromo de Buenos Aires, era una prueba, un ensayo en circuito cerrado, un espacio poco habitual para un corredor de caminos. En esa pista nueva para él, el auto que conducía salió de cause, volcó y Guimarey fue despedido del coche sufriendo en el impacto una fractura en la columna.

Algunos meses de yeso y una escoliosis como huella, es el recuerdo más fuerte del suceso. También el discurso que debió llevar a casa, para no enojar a su madre. “Le tuve que decir que me había caído del colectivo”, rememora.

Por ese entonces, tras el fallecimiento de su padre, Ricardo Guimarey había comenzado a trabajar como visitador médico con 17 años recién cumplidos. Por desempeño y capacidad, rápidamente se ganó el puesto de jefe zonal y mientras seguía sus estudios de administración de empresas en la Universidad Católica de Córdoba, fue ascendiendo de modo sostenido en una firma de gran renombre nacional: Laboratorios Sintyal.

“Fui jefe de delegación, encargado de congresos, gerente zonal, gerente regional, gerente de interior, gerente de promoción y venta, jefe de licitaciones, hasta ocupar el cargo de director adscripto, ahí me desarrollé, aprendí todo, hasta que me quisieron trasladar a la primer sucursal de la compañía que era en Perú y al final decidí no ir”.

Las razones eran en primer lugar familiares, pero también empresariales. Guimarey tenía sus propios planes y estaban ligados a Entre Ríos donde había llegado como gerente regional de Sintyal, recalando primero en Concordia y luego en Paraná.

La idea de impulsar un laboratorio con sede en la capital entrerriana ya estaba en la hoja de ruta, incluso antes de que junto a su socia desarrollara una distribuidora de medicamentos que perduró durante 12 años abasteciendo a las provincia de Entre Ríos y también Corrientes y Misiones.

“Siempre tuve el anhelo de poner un laboratorio y cuando lo decidí primero lo invité al presidente de la compañía en la que yo trabajaba y ellos como respuesta me dieron un cargo más alto, la adscripción a la dirección y un Torino 76 en el año 77, acá había un solo Torino y era modelo 72”, recuerda.

Finalmente en el año 95, Guimarey funda Laboratorios Lafedar S.A., dejando atrás 29 años de trabajo ininterrumpido para Sintyal, desarrollando bajo el paraguas de ese sello marcas que fueron y son líderes como Ibupirac o Nopucid.

“Empezamos con medicamentos oficinales, hasta que nos aprueban los primeros cinco productos”, describe y especifica que en la actualidad y tras casi 20 años de trabajo “nuestro principal actividad está dada por licitaciones públicas nacionales e internacionales, otro negocio es la exportación y otro la explotación de nuestra marca por terceros, laboratorio a los que le damos la marca y el producto y ellos lo distribuyen”. Algunos de los laboratorios más importantes del mundo adquieren y distribuyen productos elaborados y desarrollados por Lafedar.

Pakistan, Vietnam, Marruecos, son algunos de los últimos destinos que han obtenidos los productos de Lafedar. Además se destaca del laboratorio entrerriano el trabajo con medicamentos que van a países con climas severos, procesados de un modo especial para tolerar durante más de 24 meses un ambiente de altísimas temperaturas. De ese modo se alcanzaron, entre otros, mercados como el de Venezuela, Costa Rica y República Dominicana.

Guimarey acelera una marcha cuando el tema vuelve a ser su empresa, se entusiasma, va más rápido, pero como la charla deriva en los viajes, en el modo de recorrer el mundo de un empresario, el ritmo vuelve a menguar.

“Sí he viajado muchísimo, conozco cuatro continentes, conozco África, Sudáfrica, India, China, Rusia, todo Latinoamérica, todo Centroamérica. Pero cada día me gusta menos porque las misiones son muy alocadas, la última vez hicimos en 11 días cuatro países o tres países en siete días”.

Guimarey, aunque no pueda, preferiría quedarse cerca, en casa, ahí en la zona del parque con una vista espléndida del río y en proximidad de su primer nieto, que está aprendiendo a disfrutar plenamente, cuando aminora la marcha.

 

 


Exportaciones de Entre Ríos Enero-Agosto 2017/2016

A lo largo del año se ha consolidado una tendencia levemente decreciente en las exportaciones de la provincia. Hasta Agosto el nivel de exportaciones de la provincia superó los 752 millones de dólares, lo que significa una leve caída respecto al año anterior. Si se compara con el mismo período del 2016 se observa una caída del -0,7%. En este mismo período, las exportaciones totales de Argentina se mantuvieron virtualmente estables, con una leve contracción del -0,1%.

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